Citas tomada del libro intitulado “ A
menos que…” de Arthur Lyon Dahl
“... Ha desaparecido por
completo el tradicional respeto a la naturaleza, nacido del íntimo contacto con
su poder y de nuestra inmediata dependencia de su generosidad. Tenemos que
redescubrir y reforzar la consideración que mostramos por la belleza y las
cualidades de los diferentes hábitats, hasta el punto de reconocer y proteger
el valor espiritual de los páramos. Asimismo, tendremos que aprender a valorar
y apreciar la sabiduría y la experiencia de aquellos pueblos y culturas que han
aprendido a vivir en armonía con su entorno natural. Con esto no pretendemos
volver a un ideal romántico ya trasnochado que ignore nuestra función de
cultivadores de la naturaleza. Estos valores no están reñidos con una visión
moderna del mundo; no hay razón para que no podamos administrar y utilizar nuestro entorno
natural eficientemente siguiendo los principios del equilibrio, la conservación
y el empleo racional de los recursos para no agotarlos demasiado rápidamente.
Pero lo que si se nos pide es que acabemos con la idea de que podemos seguir
buscando imprudentemente la satisfacción de todos nuestros deseos al instante,
sin pensar en el coste real que ello pueda tener para el planeta o para otros
seres humanos, que no podrán ser atendidas sus necesidades básicas a causa de
nuestra codicia. Quizás que olvidarnos de nuestra mentalidad consumista y
aprender a poner en práctica el principio de la moderación en todas nuestras
actividades, incluidas las que se refieren al desarrollo material de la
civilización. La naturaleza continúa recordándonos la importancia de esta ley.
Las reglas son bien sencillas: el abuso provoca el que, a la larga, todos
acabemos sufriendo privaciones. La calidad de vida debe tener prioridad sobre
la cantidad de lo que consumimos y la mera adquisición de bienes materiales.
En segundo lugar, tenemos que
redescubrir los valores eternos y los principios humanísticos que inspiraron el
auge de grandes civilizaciones en momentos clave de la historia. No basta con conocer
los hechos relacionados con el dilema ecológico ante el que nos encontramos;
hay que actuar. Nuestra compresión de la naturaleza humana debe ir más allá de
la idea superficial y efímera que nos considera seres puramente físicos. Nuestra
inteligencia y la conciencia que tenemos de estar y actuar en este mundo exigen
que examinemos nuestro papel en la creación desde otra perspectiva a más largo
plazo”.
“Hay principios espirituales, o
lo que algunos llaman valores humanos, con los que es posible encontrar
soluciones para todo problema social. Cualquier grupo bienintencionado puede
elaborar soluciones prácticas para sus problemas en un sentido general, pero
las buenas intenciones y los conocimientos prácticos no suelen ser suficientes.
El mérito esencial del principio espiritual consiste no sólo en que presenta
una perspectiva acorde con lo que es inherente a la naturaleza humana, sino que
también induce a una actitud, una dinámica, una voluntad, una aspiración que
facilitan el descubrimiento y la aplicación de medidas prácticas”.
Cortesía de Francisco Sánchez Yascaribay
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