viernes, 13 de septiembre de 2013

Reencuentro con la naturaleza

Citas tomada del libro intitulado “ A menos que…” de Arthur Lyon Dahl


“... Ha desaparecido por completo el tradicional respeto a la naturaleza, nacido del íntimo contacto con su poder y de nuestra inmediata dependencia de su generosidad. Tenemos que redescubrir y reforzar la consideración que mostramos por la belleza y las cualidades de los diferentes hábitats, hasta el punto de reconocer y proteger el valor espiritual de los páramos. Asimismo, tendremos que aprender a valorar y apreciar la sabiduría y la experiencia de aquellos pueblos y culturas que han aprendido a vivir en armonía con su entorno natural. Con esto no pretendemos volver a un ideal romántico ya trasnochado que ignore nuestra función de cultivadores de la naturaleza. Estos valores no están reñidos con una visión moderna del mundo; no hay razón para que no  podamos administrar y utilizar nuestro entorno natural eficientemente siguiendo los principios del equilibrio, la conservación y el empleo racional de los recursos para no agotarlos demasiado rápidamente. Pero lo que si se nos pide es que acabemos con la idea de que podemos seguir buscando imprudentemente la satisfacción de todos nuestros deseos al instante, sin pensar en el coste real que ello pueda tener para el planeta o para otros seres humanos, que no podrán ser atendidas sus necesidades básicas a causa de nuestra codicia. Quizás que olvidarnos de nuestra mentalidad consumista y aprender a poner en práctica el principio de la moderación en todas nuestras actividades, incluidas las que se refieren al desarrollo material de la civilización. La naturaleza continúa recordándonos la importancia de esta ley. Las reglas son bien sencillas: el abuso provoca el que, a la larga, todos acabemos sufriendo privaciones. La calidad de vida debe tener prioridad sobre la cantidad de lo que consumimos y la mera adquisición de bienes materiales.
En segundo lugar, tenemos que redescubrir los valores eternos y los principios humanísticos que inspiraron el auge de grandes civilizaciones en momentos clave de la historia. No basta con conocer los hechos relacionados con el dilema ecológico ante el que nos encontramos; hay que actuar. Nuestra compresión de la naturaleza humana debe ir más allá de la idea superficial y efímera que nos considera seres puramente físicos. Nuestra inteligencia y la conciencia que tenemos de estar y actuar en este mundo exigen que examinemos nuestro papel en la creación desde otra perspectiva a más largo plazo”.

“Hay principios espirituales, o lo que algunos llaman valores humanos, con los que es posible encontrar soluciones para todo problema social. Cualquier grupo bienintencionado puede elaborar soluciones prácticas para sus problemas en un sentido general, pero las buenas intenciones y los conocimientos prácticos no suelen ser suficientes. El mérito esencial del principio espiritual consiste no sólo en que presenta una perspectiva acorde con lo que es inherente a la naturaleza humana, sino que también induce a una actitud, una dinámica, una voluntad, una aspiración que facilitan el descubrimiento y la aplicación de medidas prácticas”.

Cortesía de Francisco Sánchez Yascaribay

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