jueves, 13 de mayo de 2010
Para el citadino, el debate del agua es lejano
Para el citadino, el debate del agua es lejano
Fuente: Ecuachaski
Fecha: 13 de Mayo, 2010
Fotos: Comunicación-CONAIE
Por el agua los indígenas cierran vías y organizan protestas, en la Asamblea se debate una ley para regular su uso, ¿por qué el agua genera enfrentamientos?
Sin agua no hay vida. En el siglo pasado la lucha fue por el acceso a la tierra, ahora es por el agua, porque este recurso cada vez es más escaso. En las últimas décadas las lluvias han disminuido y se destruyen los bosques nativos donde nacen las vertientes que alimentan los páramos. Allí están los ríos que abastecen a los canales de riego, las centrales hidroeléctricas y a los sistemas de agua potable de las ciudades donde el agua se usa para bañarse, lavar el carro, la ropa' es un recurso importante. En el campo, el agua irriga la chacra. Esto es el patrimonio más importante del campesino.
¿Cuál es la diferencia del uso del agua en el campo?
En el país hay 12 333 000 hectáreas destinadas a actividades agropecuarias, pero solo 800 000 acceden a canales de riego. Para el indígena, el patrimonio es su chacra. Es lo más importante. Un agricultor debe tener 60 000 litros de agua para irrigar una hectárea. Un cultivo requiere de riego unas tres veces a la semana, por lo tanto se necesitan 180 000 litros. Como no hay canales, la gente humedece la tierra con la lluvia. La gente se va porque sus tierras están secas. Por eso hay la bronca y las comunidades se movilizan y luchan por acceder a este recurso. Con esta coyuntura sobre el debate de la Ley de Aguas, tengo la percepción de que los indígenas son los únicos quienes se dan cuenta de los graves problemas que ocasiona la falta de agua. Para ellos, el agua es un tema de vida o muerte y están dispuestos a todo para acceder a este recurso importante.
Incluso en algunas comunidades hay peleas por el acceso al agua. Hace tres meses hubo un fuerte enfrentamiento entre los miembros de tres comunidades campesinas en Cotopaxi.
Los indígenas se pelan por acceder a un canal de riego y hasta cierran las vertientes hasta definir quién podrá utilizar el agua para sus cultivos. En Cotopaxi, Pichincha, Imbabura y otras provincias de la Sierra ocurren estos enfrentamientos. Cuando no llueve las riñas se incrementan.
Y en la ciudad ¿qué pasa?
Los citadinos todavía vemos el problema como algo lejano y más bien nos morimos de las iras de que las vías estén cerradas y se organicen protestas. No nos damos cuenta ni tenemos idea de que si se agudiza la escasez de agua en el campo, donde se forman las vertientes, en las ciudades tendremos muy poco de este líquido. Tendremos que acceder al servicio por horarios, definir un límite de tiempo para bañarnos y regar un jardín será un lujo.
¿Hay estudios que indiquen cuántas fuentes han desaparecido?
En América Latina, Ecuador es uno de los países que más destruye la naturaleza. No se puede precisar cuántas vertientes desaparecieron, pero estudios de la Organización de las Naciones Unidas y del Ministerio del Ambiente indican que se pierden más de 250 000 hectáreas de bosque nativo al año. Los grupos ecologistas dicen que son 350 000 hectáreas. Estoy convencido de que en este país uno de los mayores daños a la naturaleza ocurrió en la década de los setenta y ochenta. En ese año estuvo en auge la fabricación de pisos con madera de guayacán y empezó la tala de los bosques secos de Macará y Zapotillo, que están en la provincia de Loja.
¿Qué tiene que ver esto con el agua?
Se taló todo el bosque y desaparecieron las vertientes. Sin duda el negocio del guayacán enriqueció a muchos, pero la factura que pagó la gente de esos cantones fue muy alta. No llovió por ocho años y los campesinos emigraron a la Amazonía donde se fundó la provincia de Nueva Loja. Este éxodo fue terrible. El país vivió esta experiencia pero no se aprendió la lección. En Esmeraldas se sigue deforestando. En esa provincia hay árboles de guachapelí, guayacán y caoba. Insisto, no tomamos en cuenta lo que pasó en la provincia de Loja y seguimos talando los bosques de donde salen las vertientes. La conservación de fuentes debe ser una política del Gobierno. La Ley es trascendental. Más allá de lo político y la coyuntura, hay que analizar el tema técnicamente y hacer planes.
¿La conservación de las fuentes es una obligación exclusiva del Estado?
Sí. El Estado debe motivar al indígena a conservar las fuentes. Por ejemplo, a la comunidad que más siembre árboles nativos se puede entregar créditos, construir una bodega para que almacenen lo que cosechan, etc. En comunas de Chimborazo y Pichincha hay interesantes programas de conservación. Dentro del plan también se debe tomar en cuenta a la zona urbana. Es urgente que en las ciudades se conozca la importancia de optimizar el uso del agua. Mientras no sepamos valorar el recurso, el tema de la conservación no será parte de nuestra cotidianidad. Continuará como un tema lejano.
¿En el campo se debe cobrar una tarifa por el acceso al agua?
Las Juntas de Regantes cobran para mantener el canal de riego a los usuarios. Y las comunidades han aceptado esto sin reparos. Además, ellos organizan mingas para limpiar el canal.
¿POR QUÉ ESTÁ AQUÍ?
Su experiencia. Ingeniero agrónomo. Ha realizado cursos en Israel y Cuba sobre la optimización del uso del agua. Es docente en la Flacso.
Su punto de vista. El agua es vital. En el campo la lucha por el agua es un tema de vida o muerte. Pero este interés no es el mismo en la ciudad.
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