POR FRANCISCO SÁNCHEZ YASCARIBAY.
Para nadie es desconocido que a
raíz del vil y cruel asesinato de Alfaro y sus leales compañeros, el pueblo
ecuatoriano sufrió uno de los más grandes traumas que registra la historia. Que
a partir de enero de 1912, se agudizó la crisis social y empezó a decaer
abruptamente, los valores humanos. El pueblo vivía bajo un régimen que llegó al
poder lleno de codicia y sangre. Un gobierno que no tenía miramiento en
pretender vender parte de nuestro suelo patrio por ambición y sed de poder. En definitiva, se vivía en medio de
un estadio histórico desafiante, que demandaba de una respuesta para retomar
los principios y más valores trascendentales. Y, fue el pueblo esmeraldeño, liderado por Carlos
Concha Torres, a quien le tocó asumir el reto y responder el desafío histórico
con dignidad. La guerra de Concha fue
una respuesta de un pueblo culturalmente diverso frente a los actos de tiranía,
barbarie, corrupción y crímenes cometidos por Leonidas Plaza Gutiérrez. No fue
una guerra de un grupo étnico en particular ni su motivación esencial fue
étnica, como pretende insinuar la fuente del señor Gustavo Pérez Ramírez. Tampoco fue una guerra de guerrilleros
autómatas, viles, sanguinarios, sin raciocinio y sin conciencia crítica, como para darle a la guerra de Concha el calificativo de "guerra despiadada". La guerra en
sí, fue un acto de nobleza, hidalguía y valor. Fue una acción necesaria para tratar
de coadyuvar a la construcción de la paz
y empezar erigir un nuevo proceso de resarcimiento
de los valores humanos y bienestar del país.
Tal como algún momento el tirano
Leonidas Plaza Gutiérrez, explotara inicuamente la muerte del coronel Enrique
Valdez Concha, para desprestigiar la gesta revolucionaria de Concha, el señor
Gustavo Pérez Ramírez, pretende oprobiosamente utilizarla para cuestionar el
liderazgo del coronel Carlos Concha y la denominación de la guerra. A ello, vale decir, el hecho de que
Enrique Valdez Concha, sobrino de Carlos Concha, guiado por su propio modelo
mental e intereses, haya combatido contra Carlos Concha y haya muerto
combatiendo, no quiere decir que es inapropiado denominar la acción popular
“guerra de Concha”, ni cuestionar el liderazgo de Concha por no haber tenido un
liderazgo absoluto. El liderazgo absoluto no existe, habida cuenta que no se conduce objetos, sino
ciudadanos valiosos con capacidades de discernir y trascender y con
significativo aporte a la causa. Carlos Concha en realidad nunca tuvo un
liderazgo absoluto y no por ello se debe cuestionar su mérito y rol de líder dentro de la lucha
armada, ni mucho menos cuestionar su denominación, sin tener argumentos validos.
Con respecto a Enrique Valdez Concha, vale recordar que este coronel,
que pese a pregonar haber tenido amistad
y lealtad incondicional con don Eloy Alfaro y Pedro J. Montero, se puso al
frente de los malsanos intereses de Leonidas Plaza Gutiérrez, aquel que conspiró y asesinó a Eloy Alfaro. Recordemos que Valdez Concha, formó parte del
Consejo de Guerra que terminó descuartizando e incinerando y arrastrando el
cadáver de Pedro J. Montero. Recordemos
también, que soldados del ejército “constitución” de la
que formaba parte el coronel Valdez Concha, saquearon, asesinaron y violaron a
gentes indefensas del poblado de Rioverde. Él, en definitiva defendía el oprobio, la afrenta a la patria. Los
conchistas, la dignidad, la justicia y el honor. Por el honor y la dignidad, se
vive o se muere, ese es un desafío humano.
Esmeraldas, 16 de octubre de 2013.
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