El sábado 14 de julio de 2012, cuando escuchaba el programa radial “el alcalde y su ciudad”, que se difunde por la radio “La Voz de su Amigo”, me entero que el articulo intitulado “Deshonra a mártir esmeraldeño Coronel Luis Vargas Torres”, publicado en el blog brisadelpensamientosocial, con fecha 8 de julio del presente, causó el efecto esperado. El primer personero del gobierno autónomo descentralizado del cantón Esmeraldas, acudió al llamado de ir hasta el sector de Codesa , a recoger la lápida del coronel Luis Vargas Torres, que se encontraba tirada en el suelo desde hace algunos años, en medio de la inmundicia y la indiferencia de algunos ciudadanos que ignoran el gran valor cívico que representa el Coronel Luis Vargas Torres en la identidad esmeraldeña y ecuatoriana.
Bien por el alcalde que acaba, al menos en este hecho en particular, de dar muestra cívica de honrar la memoria del Coronel Luis Vargas Torres al acudir personalmente a levantar la lápida y trasladarla a un mejor sitio. Un segundo paso de revalorización cívica que debe dar el gobierno autónomo descentralizado del cantón Esmeraldas, es restaurar la lápida recuperada y colocarla nuevamente en el mausoleo, en su sitio origina,l en medio de un acto cívico. La réplica de la lápida que sustituyó a la original, debe ser sacada del mausoleo. Pues, es una réplica mal lograda que desfigura el rostro del mártir esmeraldeño. Por otro lado, creo que la municipalidad de Esmeraldas, debe realizar un inventario de las piezas históricas para saber dónde y en qué condiciones están y proceder a su recuperación y valorización cívica.
jueves, 31 de octubre de 2013
miércoles, 16 de octubre de 2013
EVANGELIO OPROBIOSO CONTRA LA GUERRA DE CONCHA
POR FRANCISCO SÁNCHEZ YASCARIBAY.
Para nadie es desconocido que a
raíz del vil y cruel asesinato de Alfaro y sus leales compañeros, el pueblo
ecuatoriano sufrió uno de los más grandes traumas que registra la historia. Que
a partir de enero de 1912, se agudizó la crisis social y empezó a decaer
abruptamente, los valores humanos. El pueblo vivía bajo un régimen que llegó al
poder lleno de codicia y sangre. Un gobierno que no tenía miramiento en
pretender vender parte de nuestro suelo patrio por ambición y sed de poder. En definitiva, se vivía en medio de
un estadio histórico desafiante, que demandaba de una respuesta para retomar
los principios y más valores trascendentales. Y, fue el pueblo esmeraldeño, liderado por Carlos
Concha Torres, a quien le tocó asumir el reto y responder el desafío histórico
con dignidad. La guerra de Concha fue
una respuesta de un pueblo culturalmente diverso frente a los actos de tiranía,
barbarie, corrupción y crímenes cometidos por Leonidas Plaza Gutiérrez. No fue
una guerra de un grupo étnico en particular ni su motivación esencial fue
étnica, como pretende insinuar la fuente del señor Gustavo Pérez Ramírez. Tampoco fue una guerra de guerrilleros
autómatas, viles, sanguinarios, sin raciocinio y sin conciencia crítica, como para darle a la guerra de Concha el calificativo de "guerra despiadada". La guerra en
sí, fue un acto de nobleza, hidalguía y valor. Fue una acción necesaria para tratar
de coadyuvar a la construcción de la paz
y empezar erigir un nuevo proceso de resarcimiento
de los valores humanos y bienestar del país.
Tal como algún momento el tirano
Leonidas Plaza Gutiérrez, explotara inicuamente la muerte del coronel Enrique
Valdez Concha, para desprestigiar la gesta revolucionaria de Concha, el señor
Gustavo Pérez Ramírez, pretende oprobiosamente utilizarla para cuestionar el
liderazgo del coronel Carlos Concha y la denominación de la guerra. A ello, vale decir, el hecho de que
Enrique Valdez Concha, sobrino de Carlos Concha, guiado por su propio modelo
mental e intereses, haya combatido contra Carlos Concha y haya muerto
combatiendo, no quiere decir que es inapropiado denominar la acción popular
“guerra de Concha”, ni cuestionar el liderazgo de Concha por no haber tenido un
liderazgo absoluto. El liderazgo absoluto no existe, habida cuenta que no se conduce objetos, sino
ciudadanos valiosos con capacidades de discernir y trascender y con
significativo aporte a la causa. Carlos Concha en realidad nunca tuvo un
liderazgo absoluto y no por ello se debe cuestionar su mérito y rol de líder dentro de la lucha
armada, ni mucho menos cuestionar su denominación, sin tener argumentos validos.
Con respecto a Enrique Valdez Concha, vale recordar que este coronel,
que pese a pregonar haber tenido amistad
y lealtad incondicional con don Eloy Alfaro y Pedro J. Montero, se puso al
frente de los malsanos intereses de Leonidas Plaza Gutiérrez, aquel que conspiró y asesinó a Eloy Alfaro. Recordemos que Valdez Concha, formó parte del
Consejo de Guerra que terminó descuartizando e incinerando y arrastrando el
cadáver de Pedro J. Montero. Recordemos
también, que soldados del ejército “constitución” de la
que formaba parte el coronel Valdez Concha, saquearon, asesinaron y violaron a
gentes indefensas del poblado de Rioverde. Él, en definitiva defendía el oprobio, la afrenta a la patria. Los
conchistas, la dignidad, la justicia y el honor. Por el honor y la dignidad, se
vive o se muere, ese es un desafío humano.
Esmeraldas, 16 de octubre de 2013.
jueves, 10 de octubre de 2013
miércoles, 9 de octubre de 2013
sábado, 5 de octubre de 2013
PATRIMONIO CULTURAL DEL PUEBLO ESMERALDEÑO
Por Francisco Sánchez Yascaribay
Con el ánimo de
motivar a nuestras autoridades a cuidar el patrimonio cultural e histórico del
pueblo esmeraldeño, y exhórtalos a invertir recursos para edificar monumentos
rememorativos de pueblos nativos extinguidos, que son parte de nuestras raíces
y que están excluido de nuestro patrimonio cultural; presento este pequeño
trabajo que recoge los monumentos que se han construidos en cada uno de los
cantones de la provincia de Esmeraldas, resaltando sus tradiciones y raíces.
Es importante enseñar
a las personas a sentir amor por sus raíces y orígenes culturales, aprender a
utilizar su leguaje nativo, promover sus artes y sus bailes y seguir cultivando
aquellas tradiciones suyas que están de acuerdo con principios universales,
“Sin una “conciencia
de la historia, identidad cultural y solidaridad social, cada persona se siente
aislada de las demás. Entonces, es difícil formar grupos que trabajen juntos
para mejorar las condiciones de vida o que los individuos se sacrifiquen para
el progreso y bienestar de todo el grupo”.
jueves, 3 de octubre de 2013
CICATERÍA RACISTA CONTRA LA GUERRA DE CONCHA
Por Walter León Rivera
En la edición del Diario El
Telégrafo del domingo 29 de septiembre de 2013 se publicó el artículo “Centenario de la guerra más cruel” de
Gustavo Pérez Ramírez.
Mucho habría que decir sobre la falta de rigor histórico y los graves errores conceptuales que contiene el artículo, pero, por razones de espacio, me permito formular solamente estas observaciones:
Mucho habría que decir sobre la falta de rigor histórico y los graves errores conceptuales que contiene el artículo, pero, por razones de espacio, me permito formular solamente estas observaciones:
- El título del artículo califica a la Guerra de Concha como “la más cruel”. El adjetivo “cruel”, según la primera acepción que registra el Diccionario de la Lengua Española, significa “que se deleita en hacer sufrir o se complace en los padecimientos ajenos”. Crueles fueron los que en enero de 1912 en Guayaquil y en Quito, después de someter a grandes sufrimientos a indefensos prisioneros –entre ellos Eloy Alfaro-, los asesinaron brutalmente, arrastraron sus cuerpos en las calles, los descuartizaron y los quemaron en plazas públicas. Crueles fueron los que ordenaron y ejecutaron el bombardeo contra la ciudad de Esmeraldas en febrero de 1914 y causaron la destrucción parcial de la ciudad y sus alrededores; pero ahora un columnista de este diario lanza el calificativo de cruel contra toda una gesta patriótica, no contra los que cometieron los crímenes de lesa humanidad de 1912 o el crimen de guerra de 1914. Así invisibiliza a los criminales, a los crueles, y los mete en un mismo saco con los que combatieron por liberar a nuestra patria de los crueles que la dominaban. En la historia republicana del Ecuador, ninguna crueldad ha superado a los horrendos crímenes de 1912 y 1914; pero fueron los asesinos de entonces y sus aliados los que endilgaron el calificativo de ‘crueles’ a los combatientes liderados por Carlos Concha, un hombre forjado en la escuela de Alfaro, que se caracterizó por el trato humanitario y generoso con los vencidos. Ni siquiera los detractores más recalcitrantes de la Guerra de Concha, han podido demostrar que los revolucionarios fueron crueles; sólo se ha podido demostrar que los hombres dirigidos por Concha fueron valientes, diestros en el machete e incluso temerarios en los combates, pero no crueles. Los pocos casos en que la propaganda placista atribuyó actos crueles a los revolucionarios, no han resistido un análisis serio. Calificar como “la guerra más cruel” a la Guerra de Concha, le hace el juego a los criminales que organizaron la orgía de sangre y de crueldad de 1912.
- El señor Pérez dice que “El
24 de septiembre se cumplió el primer centenario del inicio de la mal llamada Guerra de Concha”,
es decir, empieza descalificando injustamente al líder de la gran gesta de
Esmeraldas, como en su tiempo lo hicieron los asesinos de Alfaro, que
temblaban ante la posibilidad de que triunfe la insurrección. Los pueblos, con frecuencia, han dado el
nombre de sus líderes a muchas gestas; y en el caso que nos atañe, la tradición popular de todo un siglo
ha consagrado con el nombre de Revolución de Concha o Guerra de Concha
a la más larga y justa guerra de la historia de la República. Con ese
nombre la conocieron y la reconocieron desde 1913, no sólo quienes
combatieron y ofrendaron su vida liderados por Carlos Concha, sino que así
la conocieron y la reconocieron todas las generaciones posteriores. Hasta los adversarios la conocieron con
el nombre que le dio la tradición popular, pero esos adversarios se dieron
a la tarea de calumniar a los revolucionarios, de negar los altos ideales
patrióticos que los inspiraron, e invisibilizar y desprestigiar al prócer
que los encabezó con admirable valor y sacrificio. Es penoso que, a un siglo de distancia,
sin ningún rigor histórico, alguien pretenda nuevamente invisibilizar al
líder y desprestigiarlo con afirmaciones sin sustento, que sólo por
limitaciones de espacio no analizaré detenidamente aquí. Si siguiéramos el razonamiento de las
personas que descalifican el nombre de Guerra de Concha, no podríamos
llamar Revolución Alfarista a la que lideró Alfaro, a pesar del amplio consenso
alcanzado durante un siglo. Tampoco
podríamos llamar Cristianismo al milenario movimiento religioso ni a la
doctrina que se le atribuye a Cristo; ni luteranismo al movimiento reformador
encabezado por Martín Lutero; ni Revolución Sandinista, al movimiento
inspirado en los ideales del patriota nicaragüense César Augusto Sandino;
ni marxistas leninistas a los partidos y movimientos inspirados en las
doctrinas de Marx y Lenin. En el caso que nos ocupa, el liderazgo, el pensamiento
y los principios de Carlos Concha dieron identidad a la gloriosa
insurrección que lleva su nombre; y los altos ideales de esa insurrección
quedaron plasmados en el Manifiesto que Concha expidió en Tachina el 27 de
septiembre de 1913. A ese
Manifiesto y a los hechos históricos debidamente acreditados, debemos
remitirnos, no a la imaginación del señor Pérez o de la persona que el
señor Pérez toma como fuente, en un penoso ejercicio de cicatería cívica.
- La rebelión no llegó a la
sierra norte bajo el liderazgo de Carlos Alfaro, como dice el señor Pérez;
el líder fue Carlos Andrade. Tampoco
es cierto que los capitanes Castro, Mena, Torres y Otoya fueron liderados
por Carlos Concha y su medio hermano Luis Vargas Torres en la guerra de
1913-1916. ¿Cómo, si Vargas Torres
había muerto en 1887, o sea, 26 años antes de que empiece la Guerra de Concha? Asombra la confusión del señor Pérez.
- También asombra que el señor
Pérez acoja como cierta la versión de que el 100 % de la tropa revolucionaria
era de negros y negras; que incluya entre los afroecuatorianos a los
capitanes Castro, Mena, Torres y Otoya, y al comandante Hermógenes
Cortés. He allí una descomunal
falta de rigor y una grave
concesión a una burda forma de discriminación racial, un revanchismo que
no sólo pretende negar méritos a los que no eran negros, sino que además,
pretende encontrar afroecuatorianos donde se le antoje, aun entre personas
cuyos rasgos físicos evidenciaban lo contrario.
- Afirmar que los afroecuatorianos aprovecharon el “desencuentro liberal” para luchar contra el concertaje, pretende invisibilizar la indignación nacional contra los crímenes; no tiene fundamento en un estudio serio de la historia; y además, agravia a los afroecuatorianos, porque los presenta como incapaces de indignarse ante las crueldades cometidas en 1912, o ante la mutilación del territorio nacional, o ante la venta de la patria a países vecinos, o ante el peligro de que el Ecuador pierda las islas Galápagos, o ante la escandalosa corrupción del gobierno de Leonidas Plaza. Según el señor Pérez, nada de eso podía conmover a los afroecuatorianos, sino sólo el concertaje. Así coinciden con los que desde 1912 han pretendido invisibilizar el abominable asesinato de Alfaro y sus compañeros, la corrupción y la venta de la patria. Además, él y su fuente asumen como cierto que los afroecuatorianos eran crueles, es decir, aceptan lo que decía la propaganda de la antipatria entre 1913 y 1916.
Atentamente
Walter Rivera León
Presidente del Comité Pro
Conmemoración
de los Cien años de la Guerra de
Concha
Céd. 0800304339
POR LO FUERO DE LA IDENTIDAD HISTÓRICA ESMERALDEÑA
POR FRANCISCO SÁNCHEZ YASCARIBAY.
El 29 de septiembre de 2013, por el diario El Telégrafo,
sin rigurosidad histórica y con el propósito de desvirtuar y renegar la real
motivación de la Guerra de Concha, se
publica un artículo intitulado “Centenario de la Guerra más cruel” de autoría
del señor Gustavo Pérez Ramírez.
El Artículo del señor Pérez Ramírez, entre otras cosas, expresa que: la
Guerra de Concha, está mal denominada. Que Concha fue un “latifundista esmeraldeño”. Que la acción armada del 24 de septiembre de 2013, fue una lucha
étnica de un pueblo hermano habido de libertad. Que “la historiografía oficial endosa sin más
el legado histórico a Carlos Concha y esquiva la presencia de los
comandantes Federico Lastra y Hermógenes Cortés”. Además afirma que el
Coronel Luis Vargas Torres participó en la
Guerra de Concha. A ello es necesario aclarar y comentar lo siguiente:
Es
lamentable que el prejuicio, acompañado de una falsa reivindicación
racial, impida apreciar a plenitud la dimensión y grandeza de la más noble y digna gesta revolucionaria, liderada por el
librepensador, Coronel Carlos Concha Torres.
Los registros históricos nos recuerdan, que por lo general las minorías
creativas han sido las que han generado
con su visión trascendental, los cambios
en el transitar de la convivencia humana. Los pueblos han buscado y seguido a sus
redentores que se han encontrado en las minorías creativas, cuando estos se han
conectados con sus aspiraciones y
valores. Fue el pueblo, reconociendo los valores, principios y liderazgo de Carlos Concha, quien llegó a
denominar a la incursión, Guerra de Concha.
Con
respecto al peyorativo “latifundista esmeraldeño”, no hay registro que señale a
Concha como un latifundista, explotador, esclavista, sin conciencia ni sin
compromiso social con los excluidos, como se pretende insinuar con el uso del peyorativo. Por el contrario, existen registros que
nos hablan de la gran valía espiritual de Concha. El transitar histórico de
Concha ha estado guiado por su conciencia y principio humanista, más allá de su
pigmentación de piel. Su gran liderazgo catalizó, despojándose de bienes
materiales, la lucha por los derechos de las personas, sin miramiento alguno de
su condición racial y social.
Con relación a la etnicidad de la guerra y su motivación, cabe recordar que
la Guerra de Concha, no fue una acción armada de un grupo étnico
en particular, con motivación reivindicativa étnica. La Guerra de Concha
fue una acción patriótica con la participación mayoritaria de un pueblo
culturalmente diverso, que
iluminado bajo el faro de la honra,
la dignidad y solidaridad, tomaron las armas para exigir sanción contra los
asesinos de Alfaro, defender la heredad territorial y frenar las olas de corrupción placista. Vale
recordar que Esmeraldas desde siempre
fue y es, un jardín social multicultural, que desde antes de la colonia estuvo
habitada por pueblos extinguidos por el
coloniaje, como: los Capaces, Atacames, Niguas, etc.
Es errado afirmar que “la historiografía oficial endosa sin más el
legado histórico a Carlos Concha…”. Por el contrario, la historiografía oficial desde siempre ha pretendido apagar el fulgor del
verdadero significado de la gesta revolucionaria del 24 de septiembre de 1913,
difamando a Concha, como a Hermógenes Cortez y al mismo Federico Lastra, a
quien lo han señalado como el más feroz sanguinario.
Vale aclarar también que el Coronel Luis Vargas Torres, nunca estuvo
involucrado en la Guerra de Concha, pues él había sido asesinado el 20 de marzo
de 1887 en Cuenca.
No nos prestemos a renegar la Guerra de Concha ni ayudemos a confundir a las generaciones que requieren sentirse orgullosa de su identidad histórica. La Guerra de Concha es parte de nuestra identidad que debemos valorar y respetar.
Aliento a los jóvenes a buscar la verdad, pues ella es una de las virtudes que engrandece al hombre. Que el verdadero buscador, emprende su
camino, despojado de todo apego confuso
y efímero, de todo amor u odio para evitar caer en el error.
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