La situación es crítica, hacemos frente a un golpe de
estado en que participan la mayoría de las Fuerzas Armadas. Pero que lo
entiendan aquellos que quieren retrotraer la historia y desconocer la voluntad
mayoritaria de Chile; sin tener carne de mártir, no daré un paso atrás. Que lo
sepan, que lo oigan, que se lo graben profundamente: dejaré La Moneda cuando
cumpla el mandato que el pueblo me diera, defenderé esta revolución chilena y
defenderé el gobierno porque es el mandato que el pueblo me ha entregado. No
tengo otra alternativa. Sólo acribillándome a balazos podrán impedir la
voluntad que es hacer cumplir el programa del pueblo. Si me asesinan, el pueblo
seguirá su ruta, seguirá el camino con la diferencia quizás que las cosas serán
mucho más duras, mucho más violentas, porque será una lección objetiva muy
clara para las masas de que esta gente no se detiene ante nada.
En nombre de los más sagrados intereses del pueblo, en nombre de la
patria, los llamo a ustedes para decirles que tengan fe. La historia no se
detiene ni con la represión ni con el crimen. Esta es una etapa que será
superada. Este es un momento duro y difícil: es posible que nos aplasten. Pero
el mañana será del pueblo, será de los trabajadores. La humanidad avanza para
la conquista de una vida mejor. Pagaré con mi vida la defensa de los principios
que son caros a esta patria. Caerá un baldón sobre aquellos que han vulnerado
sus compromisos, faltando a su palabra.
Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad al
pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a
la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente.
Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos
sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen
los pueblos.
Trabajadores de mi patria: quiero agradecerles la lealtad que siempre
tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de
grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la
Constitución y la ley, y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en
que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lección: el capital
foráneo, el imperialismo, unidos a la reacción creó el clima para que las
Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les enseñara el general
Schneider y reafirmara el comandante Araya, víctimas del mismo sector social
que hoy estará en sus casas esperando con mano ajena, reconquistar el poder
para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios.
Me dirijo a ustedes, sobre todo a la modesta mujer de nuestra tierra, a
la campesina que creyó en nosotros, a la obrera que trabajó más, a la madre que
supo de nuestra preocupación por los niños. Me dirijo a los profesionales de la
patria, a los profesionales patriotas que siguieron trabajando contra la
sedición auspiciada por los colegios profesionales, colegios de clases que
defendieron también las ventajas de una sociedad capitalista.
Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron y entregaron su alegría
y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino,
al intelectual, a aquellos que serán perseguidos, porque en nuestro país el
fascismo ya estuvo hace muchas horas presente; en los atentados terroristas,
volando los puentes, cortando las vías férreas, destruyendo los oleoductos y
los gaseoductos, frente al silencio de quienes tenían la obligación de
proceder.
Estaban comprometidos. La historia los juzgará.
Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz
no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto a
ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con
la patria.
El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe
dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.
Trabajadores de mi patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán
otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende
imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo
se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir
una sociedad mejor.
¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!
Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no
será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que
castigará la felonía, la cobardía y la traición.
Salvador Allende