domingo, 8 de julio de 2012
DESHONRA A MARTIR ESMERALDEÑO CORONEL LUIS VARGAS TORRES
En marzo de 1953, con motivo del arribo del sarcófago del Coronel Luis Vargas Torres a Esmeraldas, el Ilustre Concejo Municipal del Cantón Esmeraldas a nombre del pueblo, edificaron un Mausoleo en el Cementerio Municipal, colocando en el mismo, una lápida con el rostro del Coronel Luis Vargas Torres, como homenaje de admiración y tributo de gloria hacia él. Vale expresar que la lápida y el Mausoleo construido para guardar el sarcófago del Coronel Luis Vargas Torres, son símbolos cívicos, que reflejan nuestra identidad, historia y legado.
Al parecer hace varios años, la lápida original que fue colocada en el Mausoleo del Coronel Luis Vargas Torres, fue cambiada por una réplica no muy bien lograda. Quienes hicieron este cambio ignoraron el valor cívico de la misma y la dejaron tirada como cualquier objeto sin valor en el cementerio local.
En abril del 2012, cuando me encontraba por el sector de Codesa, encontré la lápida construida en homenaje al coronel Luis Vargas Torres, tirada en el suelo de una vereda, rodeada de monte y en medio del fango y la inmundicia. Echo que me causó asombro, estupor y coraje, dado que ella, recoge la imagen de aquel Mártir que contribuyó a forjar la identidad histórica de Esmeraldas y que legó a la posteridad actos dignos de alabar e imitar. Nadie debe deshonrar su memoria, ni tergiversar sus principios o eclipsar sus valores. Ni mucho menos destruir o tirar los objetos construidos en homenaje a él, para perennizar su pensamiento.
El municipio de Esmeraldas, responsable de la custodia y mantenimiento del Mausoleo en donde reposa el sarcófago del Coronel Luis Vargas Torres, deben responder por la denigración y atentado que se ha hecho a la memoria del Coronel Luis Vargas Torres y en los hechos honrar al Mártir. Vayan al sector de Codesa, frente al Micro mercado “Martitha” y recojan la lápida y guárdenla en un sitio digno para que ningún ciudadano sin conciencia de su identidad histórica la pisotee al caminar por ella, sin sentir el más mínimo remordimiento cívico por ello.
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